miércoles, 28 de diciembre de 2011

NUEVO DIÁCONO

Estamos de enhorabuena!!!! El Señor sigue haciendo maravillas, y aquí, en la Diócesis de Albacete, ha estado grande con nosotros. Ayer celebramos la Ordenación diaconal de Juan Iniesta, presidida por Mons. D. Ciriaco Benavente, Obispo de nuestra Diócesis.

Os damos a todos las gracias, y pronto subiremos al blog el testimonio del Neo-diácono. Mientras tanto, os dejamos algunas de las imágenes de la celebración, que podéis bajaros desde la ventana "fotografías" que ya hemos actualizado...





domingo, 25 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD

No podemos empezar de otra manera la Navidad que con las palabras que nos ha pronunciado el Santo Padre en la Misa de medianoche de la solemnidad de la Natividad del Señor:

Dios se ha manifestado. Lo ha hecho como niño. Precisamente así se contrapone a toda violencia y lleva un mensaje que es paz. En este momento en que el mundo está constantemente amenazado por la violencia en muchos lugares y de diversas maneras; en el que siempre hay de nuevo varas del opresor y túnicas ensangrentadas, clamemos al Señor: Tú, el Dios poderoso, has venido como niño y te has mostrado a nosotros como el que nos ama y mediante el cual el amor vencerá. Y nos has hecho comprender que, junto a ti, debemos ser constructores de paz. Amamos tu ser niño, tu no-violencia, pero sufrimos porque la violencia continúa en el mundo, y por eso también te rogamos: Demuestra tu poder, ¡oh Dios! En este nuestro tiempo, en este mundo nuestro, haz que las varas del opresor, las túnicas llenas de sangre y las botas estrepitosas de los soldados sean arrojadas al fuego, de manera que tu paz venza en este mundo nuestro.


Si queréis la homilía entera:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/homilies/2011/documents/hf_ben-xvi_hom_20111224_christmas_sp.html

viernes, 23 de diciembre de 2011

Ya se acerca el Salvador!!!

Casi ha llegado la hora. Compartimos con vosotros las palabras del Santo Padre, en la audiencia del 21 de diciembre, que nos ponen en disposición de acoger al Señor...
Queridos hermanos y hermanas:
En la sociedad actual, donde por desgracia las fiestas que se avecinan están perdiendo progresivamente su valor religioso, es importante que los signos externos de estos días no nos alejen del significado genuino del misterio que celebramos. A saber: el Verbo de Dios se ha hecho carne y ha puesto su morada entre nosotros. Vivamos, por tanto, con gozo este hecho maravilloso. El Eterno ha entrado en los límites del espacio y el tiempo para hacer posible que hoy nos encontremos con Él. Dios está cerca de cada uno de nosotros y desea que lo descubramos, para que con su luz se disipen las tinieblas que encubren nuestra vida y la humanidad. Vivamos asimismo la Navidad contemplando con fervor el camino del inmenso amor de Dios, que nos atrae hacia Sí a través de la encarnación, pasión, muerte y resurrección de su Hijo. Sobre todo, vivamos este misterio en la Eucaristía, verdadero eje de la Navidad. En ella se hace realmente presente Jesús, Pan bajado del cielo y Cordero sacrificado por nuestra salvación.

sábado, 17 de diciembre de 2011

DOMINGO IV de Adviento


Anuncio de la encarnación del Señor

La liturgia no tiene preocupaciones cronológicas. Lo que le importa es introducirnos en la contemplación del misterio. Por eso en este domingo ha querido centrar nuestra mirada en tres mensajes que anuncian que el hijo de Dios toma carne en el seno de una Virgen:

·         El ángel enviado a José nos informa que el niño que recibirá los nombres simbólicos de Jesús y de Enmanuel (“Dios salva” y “Dios con nosotros”) ha sido concebido por obra del Espíritu Santo.
·         El ángel que saluda a María de parte de Dios recibe su consentimiento para comenzar la obra de la redención.
·         Isabel, llena del Espíritu Santo, proclama la presencia del Señor en el seno de María.

La Iglesia, como María llena de fe y de humildad, confiesa “haber conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación del Hijo de Dios”, y canta:

“Cielos, destilad el rocío;
nubes, derramad la justicia;
ábrase la tierra y brote el Salvador”.

El misterio es inmenso, ha estado “mantenido en secreto durante siglos eternos, y, manifestado ahora en la Sagrada Escritura, ha sido dado a conocer por decreto del Dios eterno”. Por eso, la Iglesia abre el libro de la Palabra de Dios y nos invita a guardar todo esto y a meditarlo en el corazón (Lc 2,19.51). Y así, después de oír el anuncio de los tres mensajeros, lee la profecía de Isaías acerca de la virgen que da a luz al Enmanuel, y la de Natán a David sobre la duración eterna de su Reino, y la de Miqueas, que dice dónde nacerá el Mesías. Completa la meditación de las profecías antiguas con la reflexión apostólica (San Pablo) que no sólo se ocupa de los orígenes históricos de Jesús, Hijo de David e Hijo de Dios, sino también del mensaje de salvación que este misterio entraña. Pues Cristo, al hacer su entrada en el mundo, se dispuso a ofrecerse en sacrificio redentor para santificar a todos los hombres.

Pero la Iglesia no sólo nos hace meditar en el misterio de la encarnación, sino que, además nos introduce en él de una manera sacramental gracias a la acción del Espíritu Santo en la eucaristía. En efecto, entre la encarnación y el misterio eucarístico existe un maravilloso paralelismo, que no ha escapado a la inspiración de la plegaria litúrgica. Precisamente en este domingo, en que la Iglesia se concentra en el acontecimiento que se produjo en María por obra del espíritu Santo, ha de decir el sacerdote la siguiente oración sobre las ofrendas:

“El mismo Espíritu, que cubrió con su sombra y fecundó con su poder las entrañas de la Virgen Madre, santifique, Señor, estos dones que hemos colocado sobre tu altar”.

La plegaria se sirve de las mismas delicadas imágenes empleadas por el ángel en la anunciación, que muestran a María como el nuevo tabernáculo del Altísimo al acoger en su seno la presencia divina del Hijo de Dios. El Espíritu Santo desciende también sobre los dones eucarísticos para transformarlos en el cuerpo y sangre de Cristo para hacer de aquellos que los reciban una sola cosa con el Señor. La acción santificadora del Espíritu, que realizó la encarnación y efectúa el misterio eucarístico, llega de este modo a los que comulgan con el Verbo encarnado hecho alimento. Los que celebran la encarnación del Hijo de Dios se convierten, también ellos, en portadores de Cristo al completar su participación litúrgica en el misterio por medio de la recepción de la eucaristía.

Por eso, su modelo perfecto será María, virgen creyente, como la llamó Pablo VI en la exhortación Marialis cultus, porque “concibió creyendo” y “llena de fe concibió a Cristo en su mente antes que en su seno” (San Agustín). La Iglesia se identifica con María en el Adviento porque ella lo supo “esperar con inefable amor de Madre”:

“El mismo Señor nos conceda ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza” (pref. II de Adv.).

jueves, 15 de diciembre de 2011

La esencia de la Navidad

Cada día que avanzamos en el camino del Adviento es un día menos que nos queda para recibir al Emmanuel, al Dios con nosotros.
Sirva este vídeo para calentar motores, para recordarnos qué celebramos en estos días que se avecinan.
¡¡Menudo regalo nos está esperando a la vuelta de la esquina!! ¿Lo quieres? ¡Cógelo!

http://www.youtube.com/watch?v=yXmqMFmwd50

sábado, 10 de diciembre de 2011

DOMINGO III de Adviento


Invitación a la alegría: 

“Está en medio de vosotros”

Nuevamente el protagonista del Adviento es Juan el Bautista, el testigo de la luz (Jn1, 7-8). Los evangelios de este domingo recogen su testimonio atento a los signos de la llegada de los tiempos mesiánicos descritos por los profetas. Sin embargo, tradicionalmente este domingo ha estado dedicado a la alegría en la mayor parte de las antiguas liturgias. Es el domingo Gaudete (alegraos), nombre tomado de la primera palabra del canto de entrada de la misa y de la epístola del día:

“Hermanos: estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca” (Flp 4,4-5)

He aquí el motivo de la alegría: la proximidad de la fiesta del nacimiento del Señor. El sacerdote, que en este día puede cambiar el color morado de sus ornamentos por el color rosa pálido, lo expresa también en la oración:

“Está viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe el nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante”.

La alegría es la respuesta al gran anuncio que ha hecho Juan el Bautista: “En medio de vosotros está uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatarle la correa de la sandalia”.

El resto de los textos del domingo insisten en las actitudes de los que están a la espera del Señor, sin que falte la amonestación a la penitencia “para salir con corazón limpio a recibir al rey supremo”.

Y es que el sacramento del cuerpo y de la sangre de Cristo perfecciona la obra de la penitencia. Por eso en la oración sobre las ofrendas se ruega al Señor “que lleve a cabo en nosotros la obra de la salvación que ha querido realizar por este sacramento” (Flp 1,6).

viernes, 9 de diciembre de 2011

ESTUVIMOS EN ALCARAZ

 

El pasado fin de semana . dos de los seminaristas mayores visitamos a modo de campaña, las localidades de Alcaraz y Los Chospes de nuestra diócesis.

En ese tiempo compartimos buenos y divertidos momentos con su Párroco D. Antonio Abellán, que fue mostrándonos la realidad de esta parte de la Sierra albaceteña. En su casa nos acogió y ciertamente estuvimos como en la nuestra.

Aunque no todas las actividades que teníamos previstas pudieron por fin desarrollarse, pasamos el sábado con una actividad vertiginosa: por la mañana tras la Misa en el Convento, fuimos invitados por las Hermanas Franciscanas de la T.O.R a desayunar. Una vez terminado el desayuno compartimos con ellas un largo rato de animada charla en el locutorio, en la que las 16 monjas fueron contándonos experiencias vividas. Compartieron con nosotros, la inquietud que viven ante la falta de vocaciones. Antes de despedirnos, prometimos rezar unos por otros, para que el Señor siga enviando obreros/as a su mies.

A las doce nos trasladamos al Santuario de Ntra. Sra. De Cortes, donde compartimos el resto de la mañana, la comida y la sobremesa con jóvenes de Los Chospes que se preparan para la Confirmación. Llama la atención que en una población tan pequeña
( unos 150 habitantes) exista un grupo de confirmación de 16 jóvenes. Aprovechamos para dar la enhorabuena al Párroco por los frutos conseguidos y al Señor por la bendición que suponen para la Iglesia este grupo.

Una vez terminado el encuentro nos dirigimos hacia la localidad de los Chospes, donde participamos en la Eucaristía, para después dirigirnos a Alcaraz donde en la monumental Iglesia de la Trinidad de celebró una hermosa Eucaristía en la que tuvimos la oportunidad de ofrecer nuestro testimonio vocacional.

Ya en la casa del Cura, por la noche, compartimos la cena con tres amigos del Pueblo. Una velada muy agradable para terminar un fin de semana de esos que te dejan la certeza de que merece la pena ser discípulo del Señor para los demás.

En estos encuentros con la futura tarea, es donde los seminaristas nos medimos las fuerzas y las ganas, las ilusiones y los miedos. Gracias Señor por elegirnos para esta hermosa tarea.

sábado, 3 de diciembre de 2011

DOMINGO II de Adviento


El heraldo grita: “Preparad el camino”

En el espíritu de la expectación gozosa de la última venida del Señor resuena hoy la voz del que grita en el desierto, el heraldo que va delante: Juan el Bautista: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos” (evangelio).
Y el sacerdote completa esta explosión festiva con la oración en nombre de todo el pueblo: “Señor todopoderoso, rico en misericordia; cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para que podamos participar plenamente del esplendor de su gloria”.

Juan el Bautista aparece en este domingo como la señal de la llegada de la salvación de Dios. Con este domingo entramos en la historia: loa anuncios mesiánicos empiezan a cumplirse, las aspiraciones de la humanidad a realizarse. Hoy se escuchan estas decisivas palabras: “Comienza el evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios”. Y es que la llegada del Reino de Dios se produjo cuando Juan el Bautista empezó a predicar la conversión y la penitencia. Figura enigmática y gigante, profeta movido por el Espíritu profético, llama a un bautismo en señal de penitencia, porque detrás de él viene el que bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Las lecturas apostólicas son, en cambio, una reflexión sobre el día de Dios, que dará paso a los cielos nuevos y a la tierra nueva, sin olvidar que este día designa, ante todo, el de la manifestación gloriosa del Señor al fin de los tiempos; también puede pensarse, dentro del marco de la liturgia, en la próxima solemnidad del nacimiento de Cristo, en la que se conmemora la venida en nuestra carne. Cristo Jesús es, en efecto, el esperado, el renuevo brotado del tronco de Jesé, portador, de una paz universal.

Será preciso creer el anuncio y confiar en la Palabra del Señor. Así, la Iglesia, como María, podrá cantar la grandeza de Dios y escuchar esta felicitación: “¡Dichosa tú, María, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.