domingo, 29 de junio de 2014

Historia vocacional del Papa Francisco

 
 
La historia vocacional del Santo Padre Francisco no es diferente a la de muchos sacerdotes y seminaristas. El joven Bergoglio como todo joven de su época tenía ya un proyecto en su mente. Nos cuenta Sergio Rubin, que "Jorge, junto a su novia, se dirigía a una fiesta y al pasar por su parroquia porteña de San José de Flores, sintió un gran deseo de confesarse y fueron las palabras del sacerdote (cuyo nombre nunca reveló) que lo sacudieron".

Fue en ese instante donde Jorge sintió un deseo por la vocación religiosa que llevaba ya dentro. Salió de allí muy emocionado de ser sacerdote de Cristo. Pero no se lo dijo a nadie. El único síntoma fue que, al poco tiempo, rompió con su novia. Fiel a su estilo reservado esperó unos años para anunciar su decisión a su familia. Su padre lo celebró. Su madre, en cambio, se enojó. Pero no se amilanó. Fue duro para él: ella no quiso ir a verlo durante los primeros años de seminario hasta que, finalmente, aceptó su decisión.
 
Una decisión que -quien podría imaginarlo- lo llevaría muchos años después a ser el primer papa argentino y latinoamericano para sorpresa de los argentinos y de los católicos de todo el mundo.
 
La demora en entrar al seminario pareció explicarse por su deseo de relacionarse con el mundo profano antes de abrazar la vida religiosa. Ya mientras cursaba la secundaria trabajaba por pedido de su padre. Pero acaso la experiencia más fuerte de su juventud -que le marcó el límite humano- fue una grave enfermedad que lo codeó con la muerte. Hubo varios días de incertidumbre porque los médicos no acertaban con el diagnóstico. Al fin, detectaron una infección pulmonar que requirieron un tratamiento con sondas que le provocaba dolores terribles.
 
Las palabras de circunstancias para confortarlo no lo convencían. Hasta que una monja que sorpresivamente lo consiguió lo logró con una frase simple y directa: "Con tu dolor, lo estás imitando a Jesús". Desde entonces, Jorge Bergoglio vive con un sólo pulmón, lo que lo obliga a administrar sus esfuerzos, si bien nunca fue una severa restricción.
 
Recuperado, ingresó finalmente al seminario. Optó por los jesuitas porque le atraía su perfil de gran formación y cierto vanguardismo. Ya ordenado, quería ser misionero. Y añoraba con ir a Japón, donde los jesuitas tienen una fuerte presencia. Pero no logró la autorización de su superior. Técnico químico y profesor de literatura, la docencia se reveló como otra de sus grandes vocaciones.

En su paso por el prestigioso colegio de la Inmaculada de Santa Fe, sus alumnos lo bautizaron "el profe Carucha", severo, pero muy querible. El se esmeraba: llegó a llevar a la provincia para su clase nada menos que a Jorge Luis Borges.
 
Con apenas 37 años, se convirtió en superior de los jesuitas en la Argentina. Eran los tiempos de la violencia política, la última parte de la guerrilla y el terrorismo y el comienzo de la represión de la dictadura más sanguinaria que conoció la Argentina.
 
Bergoglio terminó recalando en Alemania, donde realizó una tesis sobre Romano Guardini, el gran teólogo con una visión innovadora de la Iglesia. A su regreso a la Argentina -tras un paso por el colegio El Salvador, de Buenos Aires- fue destinado a la iglesia de los jesuitas en Córdoba, donde estuvo poco menos que recluido. Para muchos fue la continuación de un exilio forzoso. Pero pocos años después su vida religiosa daría un gran vuelco.
 
A comienzos de los años 90 el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Quarracino, lo señaló para que sea uno de sus obispos auxiliares. Comienza así su meteórica carrera que lo llevó de ser un complet out sider de la Iglesia a ser elegido vicario general de la arquidiócesis y finalmente el sucesor de Quarracino tras su muerte.
 
Atraído por su inteligencia, espiritualidad y humildad, Quarracino siempre contaba que en cada acto y oficio, cuando quería localizar a Bergoglio, debía buscarlo en las últimas filas, casi escondido. Ya como arzobispo, rechazó la coqueta residencia arzobispal de livos y el auto con chofer. Optó por vivir en la curia, frente a la plaza de Mayo, en una austera habitación. Y trasladarse en colectivo o subte. 
 
El primer aniversario del atentado a las Torres Gemelas fue clave para la proyección internacional de Bergoglio. Entonces, el argentino participaba como moderador suplente de un sínodo de obispos, en Roma. Como el titular, que era el arzobispo de Nueva York debió ausentarse a su ciudad para participar de la conmemoración, Bergoglio debió coordinar la asamblea, dejando una excelente impresión.
 
Su prestigio ascendente terminó convirtiéndolo en el segundo más votado en el cónclave anterior, detrás de Ratzinger. Parecía que su tiempo había pasado tras la renuncia de Benedicto XVI. El ya tenía programado ir a fin de año, cuando iba a efectivizarse su retiro, ir a vivir a la residencia porteña de los sacerdotes ancianos. Su Dios y los cardenales dispusieron otra cosa.

Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, estudió y se diplomó como técnico químico. En su camino se cruzó la vocación sacerdotal y decidió ingresar en el Seminario de Villa Devoto.
 
El 11 de marzo de 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Estudió humanidades en Chile y en 1960, de regreso a Buenos Aires, obtuvo la licenciatura en Filosofía en el Colegio Máximo San José, en la localidad de San Miguel.
 
De 1967 a 1970 cursó la licenciatura en Teología en el Colegio Máximo de San Miguel. Recibió las órdenes sagradas el 13 de diciembre de 1969. Tras ocupar varios cargos de autoridad en la orden jesuita, el 31 de julio de 1973 fue elegido provincial de la Argentina.
 
Entre 1980 y 1986 fue Rector del Colegio Máximo de San Miguel y de las Facultades de Filosofía y Teología de esa misma Casa.
 
En 1992 el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires. Recibió la ordenación episcopal el 27 de junio de ese año y en 1997 fue promovido como coadjutor de la misma arquidiócesis.
 
El 28 de febrero de 1998 se convirtió en el primer jesuita en ser primado de la Argentina, tras suceder al cardenal Antonio Quarracino.
 
Nombrado cardenal presbítero el 21 de febrero de 2001, recibió la birreta roja y el título de San Roberto Belarmino.
 
Asistió como relator general adjunto a la X Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos, que tuvo lugar en Ciudad del Vaticano del 30 de setiembre al 27 de octubre de 2001.
 
Asistió también a la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos del 2 al 23 de octubre de 2005.
 
Fue también miembro del consejo post-sinodal de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. El 9 de noviembre de 2005 fue elegido Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina para el trienio 2005-2008.
 
En la Santa Sede, formó parte de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos, la Congregación para el Clero, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
 
Asimismo, integró el Pontificio Consejo para la Familia, la Comisión para América Latina (CAL) y el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos.
 
Según las diversas versiones que han reconstruido el Cónclave de los días 18 y 19 de abril de 2005, Bergoglio fue el depositario de un grupo de votos que originalmente captó el arzobispo de Milán, Carlo María Martini. El arzobispo de Buenos Aires habría obtenido hasta 40 votos, pero fue tan fuerte la emoción que pidió abiertamente a los otros cardenales que no le eligiesen.
 
El cardenal Bergoglio ya era uno de los favoritos para ser Papa, y es cuando el 13 de marzo del 2013 es elegido, y así se convierte en el primer Papa Latino Americano, el primer Papa Jesuita, y el primero en llamarse Francisco

Un "sí" agradecido

En las vísperas de los Santos Pedro y Pablo, Luis Alfredo (seminarista de nuestra Diócesis) ha manifestado su voluntad de continuar su formación para el sacerdocio. Muchas gracias ... Muchos rezamos por ti, por el resto de seminaristas y por los que están por venir.

viernes, 27 de junio de 2014

Cine de Verano... vocacional.


Esta película de Tim Robbins nos ofrece una importante reflexión sobre el valor de la persona humana que va más allá de sus peores actos, porque ante todo la persona es imagen de Dios. Es por ello una crítica bien fundada contra la pena capital a partir de un hecho histórico acaecido en el estado de Luisiana en 1982 y que la hermana Helen Prejean escribió en un libro autobiográfico. Sin embargo, nos vamos a centrar en hecho en sí de la pena de muerte, sino  en la figura de la religiosa Helen porque nos da una imagen muy particular de la vida consagrada
¿Quién es Helen? El principio de la película nos ofrece imágenes antiguas de la ceremonia de sus votos. La vemos contenta, sonriente. Luego se nos presenta su residencia en la actualidad: una sencilla casa, llamada “casa de la esperanza”, situada en un barrio marginal, en la que gente de todo tipo encuentran acogida. Su manera de vestir sin hábito, nos da ya una idea de cómo ella entiende su vocación.Todos le hacen a Helen la misma pregunta: ¿por qué lo hace? Ella también se lo pregunta. Y poco a poco durante la película, va encontrando una respuesta. Verdaderamente no sabe porqué se ha medido allí, simplemente trata de responder a una petición de ayuda, se siente atrapada más que atraída, sencillamente porque Matthew necesita ayuda. No se cree una heroína, se siente asustada.

.Lo que muestra la película es que el odio destruye al hombre, y que sólo el amor puede salvarlo. En ningún momento el espectador se olvida que Matthew es un asesino, no hay una visión romántica sobre su situación. Pero esta es la verdad: sólo el amor gratuito puede redimir al hombre. Ante la presencia de la muerte, Matthew vive la experiencia del amor incondicional y puro, personificado en Helen. Él que ha sido la encarnación del mal, del odio absurdo y de la muerte, encuentra el amor generoso y puro antes de morir. Él que no se merece absolutamente nada, encuentra el amor de Dios que le reconcilia. Y todo porque una pobre mujer se creyó un día que Cristo había muerto por ella.

¿Qué es lo realmente especial en esta mujer? Helen se encuentra visitando y acompañando a un condenado a muerte por un terrible asesinato de dos adolescentes del cual él se declara inocente. ¿Cómo se sitúa Helen ella ante esta situación? ¿Cómo la ven los demás? ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Está justificado lo que hace? Vayamos por partes.
Su familia no entiende lo que hace. Su madre reconoce que Helen tiene un gran corazón, pero le invita a que tenga cuidado porque él podría aprovechase de ella.  Las familias de las víctimas se sienten ofendidas, heridas y humilladas. No entienden que Helen pueda estar en los dos bandos. Llegan incluso a echarla de la casa.
El capellán de la prisión entiende su apostolado, pero no la manera de hacerlo. En su primer encuentro el sacerdote le echa en cara el hecho de que nunca ha estado en una prisión, que no lleva hábito y le dice que es un poco ingenua no sabiendo dónde se mete. También la pone en guarda con precauciones: “esto no es algo romántico, tenga cuidado…” En otro postrero encuentro entre los dos, el sacerdote le muestra su objetivo: “salvará” a Matthew si consigue que reciba los sacramentos antes de morir.
Helen entiende su misión como un “estar” con Matthew, como consejera espiritual, algo que ella exactamente no sabe en qué consiste. Ella encuentra mucha rabia y cinismo en el condenado. Pero hace un esfuerzo por escucharle y ayudarle a que comprende lo que ha hecho. Incluso cuando Mattheux afirma que sólo  ”miraba” mientras su amigo cometía el crimen, Helen le echa en cara eso mismo: “pudiste evitarlo, pero no lo hiciste…”
En su hacer, Helen se presenta como mujer acogedora, por eso a su vez Matthew terminará acogiéndola también sólo porque es una persona, no por ser religiosa, porque no le ha hablado del infierno y porque vive en un gueto con los pobres. Esto es importante porque él no se considera religioso y no acepta al capellán porque precisamente es un hombre “muy religioso”.
En alguna ocasión Helen se ve obligada a hablar de ella misa, de su vocación religiosa. Reconoce una atracción en lo que hace, en Jesucristo. Sobre el celibato, Helen habla de otra intimidad entre las personas diferente en la relación sexual. De todas formas, si ella está ahí con él, es precisamente porque es célibe, aunque él no lo entienda.
Cuando la posibilidad del indulto fracasa y se entrevé la muerte inminente de Matthew, Helen da el paso de acompañarle hasta el final para que se reconcilie consigo mismo, con las víctimas y con Dios. Entonces le da la Biblia y comienzan a hablar de Jesucristo. Al final Matthew contribuye a su propia redención reconociendo la verdad de su participación al asesinato, una verdad que le hace libre hasta llegar a rezar por los chicos que mató.
En las últimas secuencias antes de su ejecución, Matthew encuentre en Helen amor y paz: “mírame, verás el amor en mi rostro… que lo último que veas te inspire paz”, le dice. Los gestos también hablan, le toca, le acaricia, y cuando ya no puede hacerlo extiende su brazo queriéndole tocar… mostrar amor. Sus últimas palabras son de amor. Matthew muere en paz y querido.
“El film reflexiona sobre la redención en un caso extremo; un asesinato difícil de perdonar para el hombre, pero no para Dios desde el infinito amor que nos tiene a cada uno de sus hijos. La religiosa, eso sí, le aclara al preso que las puertas del Cielo no están abiertas sin más, porque el perdón no es algo que se consiga gratuitamente, sino que tiene que ganárselo arrepintiéndose y asumiendo el mal que hizo” (tomado de www.caminodeemaus.net).
La película “Pena de muerte” es una propuesta en la que podemos reflexionar sobre el sentido de la misión de los religiosos/as, del testimonio, del amor, de la compasión….

miércoles, 11 de junio de 2014

VIGILIA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

NOS ENCONTRAMOS JUNTO AL ALTAR DE LA VIRGEN DE LOS LLANOS PARA PEDIR A DIOS POR LAS VOCACIONES QUE DIOS ESTÁ LLAMANDO PARA NUESTRA IGLESIA DE ALBACETE.

TÚ ESTÁS SIENDO LLAMADO, ¿TE HAS ENTERADO?

http://www.jsf.com.mx/imgs/20040118141947/gde/1305128053.jpg 

20 DE JUNIO
9 DE LA NOCHE
SANTA IGLESIA CATEDRAL

Qué y quién quiero ser


Un cristiano empieza a vivir su fe con cierta madurez cuando la vive desde lo que Dios le pide en relación a la conversión, exigencias personales, opciones existenciales y vocacionales...

Estar en contra de toda vocación por sistema es igual que estar en contra de Dios. Es, sin exagerar, matar a Dios para que no hable porque él habla y se hace presente por medio de personas vocacionadas.
 
      Tan importante como la vocación es la opción existencial. Esta es la dirección hacia la cual quiero orientar mivida. Donde no hay una opción existencial no hay un cristiano convencido de su fe.
     La frase... “ten cuidado que te van a enganchar”... es una traducción mal hecha de “disfruta de la vida y pasa de Dios y de los demás”. Hoy no hay vocaciones porque hay mucho egoismo. Y la vocación exige gratuidad y mucha generosidad.
.           No gusta oír hablar de la vocación, porque preferimos oir hablar de dinero, consumo, diversión, egocentrismo, ir a mi rollo, vivir la vida a tope... Por eso, quien está en contra de  la vocación debería plantearse si no están por debajo estas actitudes de vida.
Preguntas para reflexionar
1.        ¿En qué me ha hecho reflexionar el tema?
2.        ¿Por qué da miedo la vocación?
3.        ¿Hay en ti un proyecto de vida?
4.        Si te vieses a ti mismo, ¿podrías dar nombre a lo que eres y lo que quisieras ser?
5.  ¿Cómo ves ahora el tema vocacional? ¿Qué pasarías si todo el mundo pensase como tú en lo vocacional? Mira con detenimiento las consecuencias positivas o negativas.

fuente: reflejos de luz.