Así suelen ser las cosas según los cálculos humanos. Sin embargo, a veces, aunque el viento parezca poco favorable, la fuerza irresistible de la llamada hace posible un repunte vocacional; y lo que los cálculos humanos no esperaban, sí se convierte en posible para los que se fían de los cálculos divinos. En el hoy de la Iglesia, en el que se pone de relieve lo mejor y más auténtico del sacerdocio, pero también lo más penoso y deleznable, están surgiendo, en número creciente, vocaciones profundamente convencidas que apuntan a una generación de seminaristas sanos humanamente, santos espiritualmente, preparados intelectualmente y con mucho brío misionero en sus inquietudes pastorales. Afortunadamente, son cada vez más los jóvenes que ¡quieren ser sacerdotes! Y son también cada vez más los que los admiran porque, aunque su opción no cotice al alza, ¡quieren ser sacerdotes!
X Amadeo Rodríguez Magro. Obispo de Plasencia