De la homilía de Benedicto XVI. Domingo de Ramos de 2012:
«Así es como nosotros deberíamos postrarnos a los pies de
Cristo, no poniendo bajo sus pies nuestras túnicas o unas ramas inertes, que
muy pronto perderían su verdor, su fruto y su aspecto agradable, sino
revistiéndonos de su gracia, es decir, de él mismo... Así debemos ponernos a
sus pies como si fuéramos unas túnicas... Ofrezcamos ahora al vencedor de
la muerte no ya ramas de palma, sino trofeos de victoria. Repitamos cada día
aquella sagrada exclamación que los niños cantaban, mientras agitamos los ramos
espirituales del alma: "Bendito el que viene, como rey, en nombre del
Señor"»
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