Los terremotos, el paro, el terrorismo, las familias rotas... son signos que nos ponen en ocasión de preguntarnos: ¿Es Dios realmente bueno? El Papa conoce muy bien las inquietudes y los deseos del corazón de los hombres. Por eso, últimamente nos está dando claves para reconocer la bondad de Dios aún en medio de las catástrofes.
Reflexionemos sobre una de ellas, la omnipotencia de Dios reflejada en la persona de Jesucristo: "Lamentablemente, también hoy muchos viven alejados de Cristo, no conocen su rostro y, así, la eterna tentación del dualismo se renueva siempre, es decir, que quizá no existe sólo un principio bueno, sino también un principio malo, un principio del mal; que el mundo está dividido y son dos realidades igualmente fuertes: el Dios bueno es sólo una parte de la realidad. ¡Un Dios no omnipotente! ¡El mal no está en sus manos! ¿Cómo podríamos encomendarnos a este Dios? ¿Cómo podríamos estar seguros de su amor si este amor acaba donde comienza el poder del mal? Pero Dios ya no es desconocido: en el rostro de Cristo crucificado vemos a Dios y vemos la verdadera omnipotencia, no el mito de la omnipotencia. Para nosotros, los hombres, la potencia, el poder siempre se identifica con la capacidad de destruir, de hacer el mal. Pero el verdadero concepto de omnipotencia que se manifiesta en Cristo es precisamente lo contrario: en él la verdadera omnipotencia es amar hasta tal punto que Dios puede sufrir: aquí se muestra su verdadera omnipotencia, que puede llegar hasta el punto de un amor que sufre por nosotros. Y así vemos que él es el verdadero Dios y el verdadero Dios, que es amor, es poder: el poder del amor. Y nosotros podemos encomendarnos a su amor omnipotente y vivir en él, con este amor omnipotente" (Encuentro con el clero de la Diócesis de Roma: "Lectio divina". Roma, 18-2-2010)
Tomado de la web de la JMJ Madrid 2011.
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