Aunque con un poquito de retraso, no queremos dejar pasar la ocasión de comentar la experiencia que para los seminaristas de Albacete ha supuesto el poder compartir con tantos grupos de nuestras parroquias e institutos una semana de testimonio vocacional.
La llegada de la festividad de San José siempre se vive con intensidad en el seminario, porque es el tiempo de tomar un poco más de contacto con la gente, con la realidad que nos espera a los seminarista en un futuro más o menos cercano. Este año, hemos estado en diversas parroquias de la capital y del arciprestazgo de Villarrobledo, así como en algunos institutos de Albacete, Aguas Nuevas, La Roda, Villarrobledo, Munera y Ossa de Montiel. Y hasta en la radio, una experiencia novedosa compartida con un grupo de embriones de periodista que amenizan las tardes de los jueves en Nova Onda.
Además, comenzamos la semana vocacional como debe de ser, poniendo nuestros proyectos ante el Señor, en la vigilia de oración del 12 de marzo, para continuar con una convivencia con algunos monaguillos de la Diócesis en el Santuario de Cortes, el sábado 13. (De la institución de acólito y lector del domingo 14, punto culmen de la semana, ya publicamos una entrada hace unos días)
En el mismo Santuario concluimos la semana, tomando parte en el Via Crucis diocesano (este año, con tinte vocacional, y una vez más, pasado por agua -ya se va haciendo tradicional-), el domingo 21. Eso sí, no sin antes disfrutar de una jornada de convivencia con un buen grupo de jóvenes del arciprestazgo de Villarrobledo, que conocieron un poco mejor la realidad de la vida misionera, sacerdotal, consagrada y matrimonial.
A todas las personas con las que hemos compartido estos días, y a todos los que nos habéis hecho posible acercarnos a vosotros de una y otra manera, daros las gracias de corazón. ¡Y cuánto más dárselas a Dios, que cada año nos regala esta oportunidad para intentar llegar a los corazones de tanta gente!
Decir que merece la pena puede parecer un poco tópico, pero no por ello deja de ser cierto. Para nosotros, merece la pena el desgaste de estos días frenéticos. También merece la pena para quienes renuevan su compromiso al escucharnos. Y, por supuesto, merece mucho la pena, para quienes os estéis planteando qué podéis hacer con vuestra vida, con vuestro tiempo, y si hay que tener también presente a Dios en estas decisiones tan comprometedoras, pero que tanta felicidad pueden augurar.
Además, comenzamos la semana vocacional como debe de ser, poniendo nuestros proyectos ante el Señor, en la vigilia de oración del 12 de marzo, para continuar con una convivencia con algunos monaguillos de la Diócesis en el Santuario de Cortes, el sábado 13. (De la institución de acólito y lector del domingo 14, punto culmen de la semana, ya publicamos una entrada hace unos días)
En el mismo Santuario concluimos la semana, tomando parte en el Via Crucis diocesano (este año, con tinte vocacional, y una vez más, pasado por agua -ya se va haciendo tradicional-), el domingo 21. Eso sí, no sin antes disfrutar de una jornada de convivencia con un buen grupo de jóvenes del arciprestazgo de Villarrobledo, que conocieron un poco mejor la realidad de la vida misionera, sacerdotal, consagrada y matrimonial.
A todas las personas con las que hemos compartido estos días, y a todos los que nos habéis hecho posible acercarnos a vosotros de una y otra manera, daros las gracias de corazón. ¡Y cuánto más dárselas a Dios, que cada año nos regala esta oportunidad para intentar llegar a los corazones de tanta gente!
Decir que merece la pena puede parecer un poco tópico, pero no por ello deja de ser cierto. Para nosotros, merece la pena el desgaste de estos días frenéticos. También merece la pena para quienes renuevan su compromiso al escucharnos. Y, por supuesto, merece mucho la pena, para quienes os estéis planteando qué podéis hacer con vuestra vida, con vuestro tiempo, y si hay que tener también presente a Dios en estas decisiones tan comprometedoras, pero que tanta felicidad pueden augurar.
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