Señor, Hijo de Dios crucificado, nosotros no te conocemos.
¡Resulta tan difícil reconocerte en la cruz, en nuestra vida!
Ábrenos los ojos, muéstranos el significado
de las experiencias dolorosas, a través de las cuales
tú rasgas el velo de nuestra ignorancia.
Permítenos conocer quién es el Padre que te ha enviado,
quién eres tú que nos revelas al Padre
en la ignominia de la cruz,
quiénes somos nosotros, que tenemos
una revelación de ti en la humillación de nuestra pobreza.
Carlo Mª Cardenal Martini
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