Invitación a la alegría:
“Está en
medio de vosotros”
Nuevamente el protagonista del
Adviento es Juan el Bautista, el testigo de la luz (Jn1, 7-8). Los evangelios
de este domingo recogen su testimonio atento a los signos de la llegada de los
tiempos mesiánicos descritos por los profetas. Sin embargo, tradicionalmente
este domingo ha estado dedicado a la alegría en la mayor parte de las antiguas
liturgias. Es el domingo Gaudete
(alegraos), nombre tomado de la primera palabra del canto de entrada de la misa
y de la epístola del día:
“Hermanos: estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad
alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca”
(Flp 4,4-5)
He aquí el motivo de la alegría:
la proximidad de la fiesta del nacimiento del Señor. El sacerdote, que en este
día puede cambiar el color morado de sus ornamentos por el color rosa pálido,
lo expresa también en la oración:
“Está viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe el nacimiento de tu
Hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder
celebrarla con alegría desbordante”.
La alegría es la respuesta al
gran anuncio que ha hecho Juan el Bautista: “En
medio de vosotros está uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que
existía antes que yo y al que no soy digno de desatarle la correa de la
sandalia”.
El resto de los textos del
domingo insisten en las actitudes de los que están a la espera del Señor, sin
que falte la amonestación a la penitencia “para
salir con corazón limpio a recibir al rey supremo”.
Y es que el sacramento del cuerpo
y de la sangre de Cristo perfecciona la obra de la penitencia. Por eso en la
oración sobre las ofrendas se ruega al Señor “que lleve a cabo en nosotros la obra de la salvación que ha querido
realizar por este sacramento” (Flp 1,6).
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