El heraldo grita: “Preparad el camino”
En el espíritu de la expectación
gozosa de la última venida del Señor resuena hoy la voz del que grita en el
desierto, el heraldo que va delante: Juan el Bautista: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos” (evangelio).
Y el sacerdote completa esta
explosión festiva con la oración en nombre de todo el pueblo: “Señor todopoderoso, rico en misericordia;
cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los
afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para que podamos
participar plenamente del esplendor de su gloria”.
Juan el Bautista
aparece en este domingo como la señal de la llegada de la salvación de Dios.
Con este domingo entramos en la historia: loa anuncios mesiánicos empiezan a
cumplirse, las aspiraciones de la humanidad a realizarse. Hoy se escuchan estas
decisivas palabras: “Comienza el
evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios”. Y es que la llegada del Reino de
Dios se produjo cuando Juan el Bautista empezó a predicar la conversión y la
penitencia. Figura enigmática y gigante, profeta movido por el Espíritu
profético, llama a un bautismo en señal de penitencia, porque detrás de él
viene el que bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Las lecturas apostólicas son, en
cambio, una reflexión sobre el día de
Dios, que dará paso a los cielos nuevos y a la tierra nueva, sin olvidar
que este día designa, ante todo, el de la manifestación gloriosa del Señor al
fin de los tiempos; también puede pensarse, dentro del marco de la liturgia, en
la próxima solemnidad del nacimiento de Cristo, en la que se conmemora la venida
en nuestra carne. Cristo Jesús es, en efecto, el esperado, el renuevo brotado del tronco de Jesé,
portador, de una paz universal.
Será preciso creer el anuncio y
confiar en la Palabra del Señor. Así, la Iglesia, como María, podrá cantar la
grandeza de Dios y escuchar esta felicitación: “¡Dichosa tú, María, que has creído!, porque lo que te ha dicho el
Señor se cumplirá”.
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