Primavera en China
La Iglesia en China lleva siglos de persecución. La sangre
de los mártires, semilla de los nuevos cristianos, está brotando. Una primavera
del cristianismo está llegando a China. Cada año, a pesar de la falta de
libertad religiosa, miles y miles chinos se bautizan. Ahora más que nunca hacen
falta misioneros intelectualmente bien preparados; tenemos que dar razones de
nuestra esperanza a la gente. Para llevar a cabo esta misión, la Iglesia en
Europa nos ha ofrecido su ayuda: muchos movimientos de la Iglesia quieren
encargarse de la educación de los seminaristas chinos. Así, muchas diócesis han
enviado a sus seminaristas a Europa para recibir una mejor formación y para que
luego puedan servir mejor a la Iglesia.
Lo que quiero es que la gente conozca un poco más cómo viven
los seminaristas en China ahora, porque se habla mucho de la apertura de China,
el desarrollo de China, incluso de la mejoría de las relaciones diplomáticas
entre la Santa Sede y China, como si en China hubiera libertad religiosa ya. Yo
quería escribir un poco cómo estudian los seminaristas en China, porque
estudian mucho. Ciertamente tenemos pocos recursos para ello, pero estudian
mucho, porque saben que la Iglesia lo necesita -me dolió mucho escuchar a un cardenal
que dijo que el clero de la Iglesia clandestina es inculto-.
El año pasado fui a China; la vida de los seminaristas sigue
siendo como antes, no pueden hablar ni cantar en voz alta. El día de la
Asunción de la Virgen, no se imaginan cuántas ganas tenían los chicos de cantar
una misa a la Virgen, pero no podían; cerramos todas las ventanas y puertas en
pleno agosto, para que pudieran cantar algo.
Se habla mucho de la Iglesia oficial o patriótica, y la
Iglesia clandestina o fiel a Roma, pero la cuestión de fondo no está en esto,
sino en el sistema político: para el comunismo no existe la persona, por
consiguiente, ni sus derechos, y mucho menos la libertad religiosa. Queremos
todos ver una Iglesia unida en China, pero es el Gobierno el que no lo quiere.
Al amable lector, le ruego que en su momento de oración se
acuerde de los obispos y los sacerdotes que están todavía en la cárcel, y rece
por los seminaristas, para que seamos aptos para el reino de Dios.
Un seminarista
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