jueves, 3 de diciembre de 2009

3. ¿Qué beneficios trae a los esposos que sea un sacramento?


La sociedad actual tiende a menospreciarse el valor del Matrimonio cristiano. Pero la Iglesia, guardiana del deseo de su Señor, viene a recordarnos la verdad que nos hace libres. Los esposos cristianos están llamados a encontrar en su matrimonio y su familia el camino del Cielo, y el sacramento les da para ello un aumento de la gracia santificante (*). Cuando los novios salen del templo, sus almas se encuentran más fuertes y más bellas espiritualmente que cuando, unos minutos antes, entraron a él. Es, por tanto, muy conveniente que los contrayentes reciban este sacramento libres de pecado mortal. Por ello, se recomienda vivamente que antes de su boda se acerquen a recibir el sacramento de la reconciliación o penitencia. Sin embargo, aunque uno o ambos se casen sin esa limpieza del alma, el sacramento del matrimonio no dejaría de producirse, con tal que se cumplan las demás condiciones. Junto al aumento de la gracia que abre el Cielo (dijimos que se llama gracia santificante), el Matrimonio da su propia gracia específica, llamada gracia sacramental. Ésta consiste en el derecho a recibir de Dios todas las ayudas necesarias para que los esposos puedan amarse en Cristo sin infidelidad y para siempre, así como el derecho a recibir todos los auxilios materiales y espirituales exigidos para la fundación de su hogar. Esta gracia sacramental acompaña a los esposos durante todos los días de su existencia en la tierra, hasta la muerte. Cuando el mal rato del esposo (o de la esposa), decaído ante el cúmulo de dificultades cotidianas, le lleva a sentirse víctima y a pensar que casarse fue un error, ése es el momento de recordar que él (o ella) tiene la garantía de recibir todas las gracias necesarias en esa situación, la garantía de recibir toda ayuda divina que pueda requerir para fortalecer su flaqueza y superar la dificultad. La gracia especial del Matrimonio otorga así la generosidad y la responsabilidad para engendrar y educar a los hijos; la prudencia y la discreción en los innumerables problemas que la vida familiar lleva consigo; capacita a los esposos para acomodarse el uno a los defectos del otro y sobrellevarlos. Todo esto es lo que la gracia del Matrimonio puede hacer por aquellos que, con su cooperación, dan a Dios la oportunidad para mostrar su grandeza. El sacramento del Matrimonio proporciona a los esposos y a los padres todas las gracias de Nazaret, modelo de los hogares cristianos. Es, podríamos decir a modo de resumen, el sacramento de la vida familiar en Cristo.

(*) La gracia santificante que se recibe en el Bautismo es aquel don que nos hace participar de la misma vida de Dios. Si al momento de morir tenemos este don, alcanzamos la vida eterna. La gracia santificante se pierde por el pecado mortal y puede recuperarse con el arrepentimiento y la confesión

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