sábado, 26 de noviembre de 2011

EL ADVIENTO. Introducción y orígenes




Vamos a compartir con vosotros este nuevo tiempo que nos propone la Iglesia para vivir el Misterio: el Adviento, y para ello nos hemos ayudado del libro "El año litúrgico" de Julián López Martín, que además, os recomendamos. Trataremos de ir profundizando durante estas semanas. Esperamos que os sea de ayuda en vuestras Comunidades ...




EL ADVIENTO
“Anunciamos la venida de Cristo; pero no una sola, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior” (S. Cirilo de Jerusalén).

Durante el curso de un año, la Iglesia nos hace entrar en contacto con cada uno de los misterios de la vida de Cristo para actualizar en nosotros la obra de la salvación. El año litúrgico recorre los distintos momentos de la existencia terrena del Hijo de Dios desde la encarnación hasta la subida a los cielos y la expectación de la última venida, según las propias palabras del Señor: “Salí del Padre y vine al mundo, de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre” (Jn 16,28).
Este círculo o ciclo recorrido por Cristo en aquel tiempo (Gál 4,4; Ef 1,10) para llevar a cabo la redención del hombre es objeto de sagrado recuerdo y celebración por la comunidad cristiana en los distintos tiempos litúrgicos del año del Señor. Y del mismo modo que Cristo descendió de los cielos hasta las profundidades de la muerte en la cruz para desde ella ascender, resucitado y glorioso, junto al Padre, así también la Iglesia reproduce en nosotros, por medio de los sacramentos, ese descenso a la muerte para resucitar con Cristo a la nueva vida (Rm 6,3-4; Col 3,1-4), que alcanzará toda su perfección en la gloria eterna.
El ciclo del Señor, llamado también Propio del tiempo, comienza el domingo I de Adviento y termina con la semana que sigue a la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Domingo tras domingo, semana tras semana, día tras día y hora a hora, Cristo actualiza su obra salvadora en el tiempo, entregándose a su Esposa la Iglesia para santificarla y presentarla ante sí sin mancha ni arruga, sino santa e inmaculada (Ef 5,26-27).

Orígenes del Adviento

El Adviento que hoy nos ofrece el Misal (=Leccionario y Oracional de la misa) y la Liturgia de las Horas es el punto de llegada, después de una reforma litúrgica que ha respetado substancialmente la estructura de este tiempo en la liturgia romana, de un período muy poco definido en los orígenes en cuanto a su finalidad y sentido espiritual. Es un tiempo litúrgico propio de las liturgias occidentales, pero con notables diferencias entre ellas en cuanto a la duración y a los contenidos.
Quizás nace a finales del s. IV entre España y la Galia, en las cuales había un tiempo preparatorio de la Navidad de carácter ascético que comprendía seis semanas. En Roma se desconoce la preparación de la Navidad antes del s. VII, que es cuando puede hablarse de este tiempo litúrgico. As Témporas del mes de diciembre han tenido un significado independiente de la preparación navideña. Los formularios de misas de los antiguos sacramentarios no estaban destinados a preparar la Navidad, sino a recordar la última venida de Cristo al fin de los tiempos, un tema muy oportuno para el final del año. Por otra parte, adviento (del latín adventus) significa venida, llegada, pero con los matices de presencia (en griego: parousía = parusía) y manifestación o epifanía (Mt 24,27)
Por tanto, el Adviento, antes de ser un periodo de preparación para la Navidad, ha conmemorado la parusía. Pero ¿de qué manera y en qué momento estos domingos de la expectación de la última venida de Cristo se convierten en un tiempo de preparación de la Navidad? No se sabe, pero es posible que la cercanía de la solemnidad del nacimiento del Señor terminase por impregnar de su contenido a las semanas previas, del mismo modo que la fiesta de Pascua lo hizo con la Cuaresma. Por otra parte, es muy posible también que la celebración de la esperanza en la última venida del Señor se configurase de acuerdo con la espera histórica del Mesías en el Antiguo Testamento. El hecho es que el Adviento de la liturgia romana quedó marcado por las dos significaciones: el recuerdo de la última venida y la preparación para la Navidad.

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